El planteamiento es ambicioso, sorprendente, y recuerda a la combinación de dos libros de Campgràfic, El abc del lettering 1 y el Manual de tipografía digital 2. Se aprecia una concepción integral de los aspectos que abarca la disciplina tipográfica, desde el saber y el hacer. Recorrer el libro es como estar en el aula: resulta muy didáctico, pues presenta un marcado carácter instrumental, apoyado constantemente con aportes históricos, teóricos y técnicos. Todo esto bajo la visión personal del autor, quien toma posición sobre la materia que describe, demostrando que estamos frente a un campo del conocimiento con bases sólidas pero en permanente construcción.
Esta toma de partido no solo se observa en temas puntuales, referidos a la letra o su uso, sino también en el recorrido y la organización de contenidos que propone. La estructuración comprende tres capítulos: la creación del signo tipográfico, el estudio del signo en sí mismo —que se define como parte de un sistema—y la puesta en página 3. Esta organización sugiere una lectura en cadena, donde unos temas van dando paso a los siguientes, en un in crescendo que culmina con la descripción de la labor del tipógrafo, una figura central para el autor, quien debe poseer una valiosa formación para ejercer su oficio responsablemente.
Esta visión está perfectamente resumida en el título del libro. Sin embargo, el subtítulo —«Una introducción a la tipografía»— sugiere una idea que, desde el punto de vista de la edición, permite plantear un disenso. El autor advierte en el prefacio que introducir a un tema implica, bajo el difícil procedimiento de la síntesis, proveer al lector de términos que no son de uso común para que estos sean comprendidos. Propone, en ese sentido, una introducción detallada. Esta propuesta hay que valorarla con relación a un elemento clave, el recorte: no en el sentido de qué incluir o qué no, sino de cómo se piensa la concatenación de temas. Una cuestión que conviene plantearse formulándose en primer lugar una pregunta que suele resultar muy efectiva para dilucidar este tipo de problemas: ¿quién es el lector de esta obra? Considero que, para este tipo de manuales, este interrogante resulta fundamental, y que la respuesta debe ser la construcción, desde la edición, de ese lector prototípico. Desde allí, el ordenamiento debería estar subordinado a ese lector, y no a la inversa, subordinando al lector al vasto conocimiento del autor.
Esclareciendo lo antedicho, considero que este manual puede resultar abrumador para un principiante, por una serie de procedimientos que más adelante se detallarán; no es una cuestión baladí el hecho de que en la amplia bibliografía, que recoge no pocos libros de Campgràfic, no aparezca referido el Manual de tipografía4. En cambio, para un especialista, puede ser entendido como una especie de manifiesto en el que se reordenan conceptos, la mayoría conocidos.
¿Por qué se dice que puede resultar abrumador para un principiante? Por el nivel de detalle con que se abordan los contenidos. Sin ser esto necesariamente un problema, sí lo es la manera en que dichos detalles aparecen, pues abundan ejemplificaciones o digresiones en el discurrir de un tema dado. En esa bifurcación del discurso se vierten conceptos, hasta entonces novedosos: cuestiones de estilos, «proporciones de tradición romana», de composición, kerning, tracking, etc. Aquí el lector deberá escoger su camino: inferir la relación análoga de esa cuestión novedosa con el tema principal, buscar más información al respecto, o saltearse directamente la referencia. Cualquier conducta que se de en la mente del lector —naturalmente imprevisible—, volver al hilo principal representará una tarea y esfuerzo adicional.
Esa falta de fluidez atenta contra la estructura progresiva planteada. Probablemente, la objeción aquí expresada se refiera a una cuestión de estilo, ya que ese «detallismo» también se observa en la navegación del libro. La construcción tipográfica de la pieza editorial es impecable y se evidencia la destreza del autor-diseñador en este terreno. Pero, por esa misma «deformación profesional» y ese gusto por el detalle, hay capas de información que confunden en lugar de aclarar. Concretamente, las referencias marginales, que son un sistema novedoso —o, al menos, poco visto—, muchas veces se «mezclan» o interactúan con las ilustraciones y con el texto, por esos juegos inconscientes de la percepción. Del mismo modo, los iconos o emojis utilizados añaden una capa de información a interpretar, en lugar de facilitar la lectura. Puede que, en relación con este planteamiento, debamos reivindicar aquí la figura del editor, otro profesional imprescindible en el desarrollo de cualquier publicación. O, mirando el asunto desde otra perspectiva, tal vez quepa presentar todo lo antedicho como un atributo favorable, a contracorriente de los tiempos que corren: al tratarse de una escritura pormenorizada, la lectura requiere tiempo.
Como ya se ha comentado, el libro se organiza en tres grandes capítulos, de manera secuencial. Además de ir encadenando los temas con profundo conocimiento, el autor hace relucir sus dotes como docente, ya que trabaja a menudo con la anticipación al fallo o a las construcciones teóricas erróneas. Dudo que puedan detectarse ese tipo de situaciones, con matices tan exactos, sin una trayectoria de años en la enseñanza.
En el primer capítulo, la creación de letras, nos encontramos con el privilegio de encarar temas cruciales —caligrafía, rotulación y diseño de tipos— a través del oficio del autor, y de lo que ese hacer enseña. Encuentro detalles dignos de mención, como la aclaración sobre la caligrafía china o sobre la herramienta de la pluma de punta recortada, la explicación de las formas y contraformas como blanco y negro desnudo, la valoración del ritmo en su dimensión gráfica o la defensa de la importancia de la caligrafía, cuestión esta última sobre la que también Ivan Castro trata para explicar la rotulación, porque conocer y practicar caligrafía es fundamental para conocer la estructura de las letras, el espacio, el ancho. Se agradecen las referencias a Rudolf Koch y a la Super Veloz de Joan Trochut, tipografía modular que personalmente pude utilizar en plomo cuando era un joven tipógrafo, digitalizada en 2004 en un buen trabajo-homenaje de Andreu Balius y Alex Trochut.
La experiencia se torna más próxima, ya que ese saber se transmite en nuestro propio idioma, y desde la perspectiva que se construye diseñando y aprendiendo, siempre con muy buenos ejemplos personalizados para el libro. Hay riqueza en el desarrollo de los temas, desde el trabajo con los materiales y las técnicas, el anclaje con referencias históricas y la inclusión de teorías específicamente tipográficas como la de El trazo de Gerrit Noordzij 5.
En el segundo capítulo se brindan las herramientas necesarias para comprender lo que compone un sistema tipográfico. Para ello, relativiza el valor de las clasificaciones: no son necesariamente buenas o malas, sino que deben comprenderse sus contextos y sus criterios. De este modo, y de manera muy precisa, realiza una extensa enumeración de los grandes grupos estilísticos, aquellos que podemos identificar según determinadas características y que nos «sitúan» en el momento de comenzar una labor tipográfica. Quizás, por esa intención del autor de ser muy didáctico, podemos encontrarnos en este apartado con un exceso de información. En cambio, el capítulo concluye con un valioso esquema que resume los principales modelos de clasificación.
En el tercer capítulo es donde se sintetiza la labor del tipógrafo, abarcando con laboriosidad preciosista múltiples aspectos de la macro y microtipografía. Puede que aquí sea donde se halle mayor opinión vertida, pero sin descuidar la factibilidad de las diferentes opciones.
Muchos de los temas de este apartado se valen de un potente recurso didáctico. Como hiciera Eric Gill con su lecho de Procusto, la composición adquiere la forma que el contenido va enunciando, lo que resulta un procedimiento unívocamente efectivo, aplicado magistralmente. Predicando con el ejemplo, el autor realiza una impecable utilización de las tipografías Otta y Chercán: Otta en las variantes Gris, Gris Itálica, Morena, Morena Itálica y Negra en homenaje a Francisco Otta; Chercán en las variantes Gris, Gris Itálica, Morena, Morena Itálica, Negra y Negra Itálica; ambas diseñadas por el autor y comercializadas en PampaType.
Por último, la generosidad del autor se torna aún más encomiable con los titánicos anexos. No solo están los rigurosos índices usuales para manuales de esta envergadura; también se incluye un repertorio de los signos que componen las fuentes, que será, sin lugar a dudas, material de consulta de primera mano para cualquier diseñador. Además, se ofrece un glosario de términos ilustrado y, para completar, una bibliografía comentada, brindándole a esta sección un provecho ampliamente superior.
En tipografía, hacer es la única manera de aprender. Francisco Gálvez es de los que hacen. Es de los que nos enseñan y hacen circular el conocimiento. No hay mirada, ni aprendizaje, ni debate posible si no hay producción. Este libro es prueba viva de capacidad e infinita generosidad, a la que solo podemos decir: gracias.
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- Castro, I. (2017). El abc del lettering. Una guía para el dibujo de la letra. Valencia: Campgràfic. ↩
- Rodríguez Valero, D. (2016). Manual de tipografía digital. Valencia: Campgràfic. ↩
- Siguiendo la noción de signo triádico de Peirce: las preconfiguraciones, su existencia en sí y su actualización. ↩
- Martín Montesinos, J. L., Mas Hurtuna, M. (2016). Manual de tipografía. Del plomo a la era digital. València: Campgràfic. ↩
- Noordzij, G. (2009). El trazo. Teoría de la escritura. València: Campgràfic, sobre el cual pude escribir una reseña en la revista Tipográfica, recientemente digitalizada. ↩